La Gran Revolución Cultural Proletaria
en la Educación
Poco se conoce hoy de la experiencia de la Gran
Revolución Cultural Proletaria China (1966-76), pues la escasa
información que se divulga está orientada hacia un fin:
desconocer o distorsionar sus verdaderos aportes tras un velo ocultista
y reaccionario, para que los proletarios no sigan su ejemplo. Sin embargo,
la experiencia China de 1966 hasta el golpe contrarrevolucionario a fines
de 1976, nos entrega enseñanzas muy útiles para que apliquemos
hoy en tiempos en que los estudiantes secundarios han dado lecciones de
organización y movilización contra las políticas
imperialistas que se están aplicando en el terreno educacional
"
después de eliminados
los enemigos con fusiles, quedarán los enemigos sin fusiles, quienes
entablarán, inevitablemente, una lucha a muerte contra nosotros;
jamás debemos subestimarlos
Mao Tse-tung
Después del triunfo de la revolución democrático-popular
en 1949, el proceso revolucionario chino estaba bastante avanzado. La
conquista del poder tras una prolongada guerra popular aparentemente había
resuelto los viejos grandes problemas que se arrastraban de antes de la
victoria popular. El problema nuevo, que se acentuó al pasar los
primeros años, era que persistían elementos burgueses reaccionarios
en las altas estructuras del Estado, el ejército y en el interior
mismo del Partido Comunista. Eran los seguidores del camino capitalista
que se encontraban protegidos por una nutrida base social originada en
la diferenciación producida en el mundo de la pequeña producción,
así como también en las distintas esferas de la administración
del Estado. Había que buscar una solución a esta contradicción
bajo el riesgo de que no hacerlo implicaría la perdida total del
poder por parte del proletariado y los revolucionarios chinos, abandonándose
con ello al mismo tiempo el camino socialista.
La experiencia de lucha acumulada contra los seguidores del camino capitalista
entre 1949 y 1965 permitió dar un importante y decisivo salto en
la defensa de la dictadura del proletariado y la defensa del camino revolucionario
socialista. En este sentido, la Gran Revolución Cultural Proletaria
(GRCP) es la forma que tiene el proletariado de retomar el poder ahí
donde se lo ha arrebatado la burguesía en pleno periodo de construcción
socialista; históricamente, representa y representó la etapa
más alta en la lucha de clases bajo la dictadura del proletariado.
Persiguió como objetivo general preparar a las masas para asegurar
que las generaciones que viniesen fuesen revolucionarias, derrotando en
todos los campos, incluido el de la lucha de clases, todas las ideas y
prácticas burguesas.
Antes de la GRCP (1966) las prioridades habían sido
formar un gran número de técnicos, profesionales y administrativos,
para el desarrollo industrial de China Socialista, con esto se constituyó
una capa de intelectuales que tenían como responsabilidad
traspasar lo aprendido a la masa del pueblo. En la práctica esto
no ocurrió, al contrario, dichas capas se mantuvieron lejanas a
las masas, llevaron una vida centrada en el individualismo y no como lo
requería la construcción socialista: al servicio del pueblo.
La Revolución Cultural proletaria y su expresión
en el terreno educativo se llevó a cabo en una firme y decidida
lucha de clases contra los revisionistas y los elementos más reaccionarios
de la burguesía quienes pugnaban por el retorno al capitalismo,
ellos en todo momento opusieron resistencia a la aplicación de
las nuevas fórmulas educativas que se implementaron para la formación
de nuevos revolucionarios que encaminaran a la China socialista al comunismo.
Algunos antecedentes
Las características que había adquirido la
educación después del triunfo de la revolución en
1949 tendía a reproducir el sistema de funcionamiento de las escuelas
tradicionales. La formación de estudiantes estaba divorciada del
trabajo industrial y agrícola. En la enseñanza superior
esto se acentuaba aún más enfatizándose la especialización
tecnocrática y burocratizante.
Desde 1957, período en que se libra una importante
batalla contra la derecha dentro del Partido Comunista de China (PCCh),
se comienza a impulsar una revolución educacional con
el claro objetivo de disminuir y anular la distancia entre el trabajo
intelectual y el trabajo manual. El propósito era transformar el
sistema escolar de ser un refugio burgués a convertirlo
en un contorno revolucionario. Si bien es cierto se cambió
la política de inscripción e ingreso a las universidades
incorporando en mayor número a los hijos de trabajadores y campesinos
pobres, aún era en insuficiente proporción. De igual forma
y con un similar impacto, otra importante medida consistía en que
profesores y estudiantes participaran de labores productivas de manera
que el colegio redujera su dependencia financiera del Estado. Se perseguía
que docentes y estudiantes participaran del estudio y del trabajo manual.
Incluso en una fase experimental junto a las escuelas se llegaron
a construir pequeñas fábricas, hornos o se desarrollaban
actividades agrícolas.
Sin embargo este movimiento de revolución educacional
pronto encendió una activa resistencia y rechazo bajo el pretexto
de que se rebajaba la calidad académica. Representantes
de la nueva burguesía enquistada en altos cargos en el partido,
el ejército, el gobierno y el aparato de Estado, demandaron elevar
las normas académicas y profesionales. Esto inevitablemente, y
en especial en las universidades, desarrolló un criterio de admisión
en el Partido Comunista que privilegiaba el rendimiento académico
antes que la necesaria experiencia y compromiso político para con
las masas. La acción política tendía a declinar,
lo que se reforzaba con el hecho de que la pesada carga académica
no dejaba tiempo a los estudiantes para comprometerse en tareas políticas
revolucionarias bajo el argumento que interferían el estudio
serio. El resultado de esta política se expresó en
una creciente indiferencia frente a la actividad política por parte
de los jóvenes estudiantes. Esta era la situación en los
primeros años de la década de los 60.
La educación en el periodo inmediatamente anterior
a la GRCP
Si bien la educación en China sólo en 1966
sufrió una transformación radical gracias a la intervención
de las masas, desde 1963, con el Movimiento de Educación Socialista
(orientado a frenar las tendencias capitalistas en el campo), se dieron
algunos pasos concretos destinados a cambiar el sistema educacional chino.
Desde
el Gran Salto Adelante en 1958 se había establecido
una orientación para la educación consistente en crear escuelas
de nuevo tipo, conocidas también como de trabajo y estudio. Estas
escuelas tuvieron en un inicio un carácter meramente experimental
y no se aplicó al conjunto del país. Esto último
sólo se inicia con una decisión del Comité Central
en 1964 que exigía que las escuelas de estudio y trabajo se establecieran
en el campo y la ciudad en toda China. Estas escuelas tendrían
dos tipos de aulas: las de la escuela propiamente tal y la de las fábricas
y centros productivos. Tendrían además dos tipos de maestros:
los profesores de las escuelas y los obreros-maestros. Además se
recalcaba que: La reforma de la enseñanza depende de que
los profesores se hagan más revolucionarios y que se conviertan
al mismo tiempo en trabajadores manuales. Más tarde, en diciembre
de 1965, se informaba que el sistema de escuelas trabajo-estudio, en su
etapa experimental, se había establecido en todas las ciudades
de China. El 9 de diciembre de 1965 se afirmaba en el Periódico
de la Juventud: Todos los intelectuales jóvenes que
deseen hacer la revolución deben dejar sus humos a un lado, transformarse
en alumnos voluntarios y aprender sinceramente de los obreros y campesinos,
así como integrarse a ellos. Deben compartir la posición,
los pensamientos y sentimientos de los obreros y campesinos, trabajar
y vivir con ellos, querer y odiar lo que ellos quieren y odian y pasar
sus mismas penalidades. En la lucha por los intereses de los obreros y
campesinos, deben despojarse de todo aquello que no sea proletario. Sólo
de esta forma podrán ser revolucionarios verdaderos.
Respecto de este período y en particular del Movimiento
de Educación Socialista (1963) es importante destacar que implementó
programas de estudios de las obras de los clásicos marxistas y
en especial de Mao. En este marco, en el campo, aldeas y Comunas Populares
se promovió que se desarrollaran tareas formativas como la Campaña
de las 4 limpiezas (impedir el retorno de las ideas feudales, impedir
el empleo de incentivos materiales, impedir el nepotismo e impedir la
corrupción), ¿cuál era el objetivo de fondo? Permitir
que las masas aprendan el marxismo-leninismo (hoy decimos maoísmo),
buscando la aplicación de éste en la resolución de
problemas prácticos, además de preparar a las masas en el
terreno de las ideas para los debates con los elementos reaccionarios
y revisionistas. Sin embargo todo este importante movimiento previo no
había tocado en lo fundamental las bases del sistema de enseñanza.
Al contrario, muchos aspectos se habían agudizado. Sería
la revolución cultural proletaria la encargada de comenzar a derribar
las posiciones burguesas también hábilmente encubiertas
en el terreno de la educación. Para los revolucionarios, entre
ellos al propio presidente Mao, el problema consistía en buscar
en la juventud los sucesores que dieran continuidad al camino revolucionario
proletario.
LA JUVENTUD ABRE EL FUEGO,
LAS MASAS ASALTAN EL CIELO, EL PROLETARIADO LAS DIRIGE
Los primeros pasos de la GRCP en la educación
El
problema se había traducido en que la línea revisionista,
la línea que representaba la restauración del capitalismo,
había creado escuelas especiales para hijos de altos funcionarios
del Partido, el ejército, el gobierno y directores de empresas.
Un visitante extranjero afirmaba que: en esos centros docentes los
hijos de proletarios sólo representaban una reducida minoría.
Allí, las instalaciones y condiciones de vida y estudio de los
educandos eran mucho mejores que las de los demás planteles. Hasta
en la cantidad y calidad de la ración alimenticia se notaban apreciables
diferencias, lo mismo que en la existencia de ciertas comodidades como
piscinas, que todavía representan un lujo dentro de la economía
socialista china.
Que la revolución cultural haya ido tomando desde
sus inicios un decidido carácter de masas, en cierta medida, se
debe a que los estudiantes desempeñaron un papel de vanguardia.
Por ello la reorganización de la educación a partir de 1966
encontró en la juventud estudiantil a un osado combatiente de primera
línea. Lo que inicialmente partió como aisladas críticas
al modelo educacional pronto se transformó en un movimiento de
masas para desmontar golpe tras golpe las posiciones que la nueva burguesía
había conquistado en su camino hacia la restauración capitalista-revisionista.
Una andanada de críticas llovieron no sólo desde el interior
mismo de los establecimientos educacionales sino que también desde
las ya agitadas masas populares contra el sistema de exámenes,
los programas escolares y los métodos pedagógicos utilizados.
Poco antes de abril de 1966 las críticas ahondaban
sobre problemas tales como: la separación de la enseñanza
de la realidad; aislamiento de los estudiantes respecto de la vida del
pueblo; desvinculación de la práctica política, la
experimentación científica y de la producción. Se
denunciaba también que los hijos de la nueva burguesía gozaban
de ventajas respecto de los hijos de obreros y campesinos; que el sistema
educacional alentaba una competencia de tipo capitalista y una selección
de estilo burgués; que se favorecía tanto el servilismo
como el arribismo y se formaban nuevos letrados y no servidores del pueblo.
Era a los ojos de los estudiantes revolucionarios una educación
muy marcada por los vestigios del pasado. Revolucionar esta esfera de
la superestructura se había transformado en algo imperioso.
En una carta de un grupo de estudiantes de enseñanza
media enviada al Comité Central del Partido Comunista de China
se denunciaba que el sistema de enseñanza profundizaba las diferencias
entre trabajo intelectual y trabajo manual, el campo y la ciudad, entre
obreros y campesinos; todas contradicciones opuestas a la construcción
socialista. Por el contrario, la crítica esbozada en dicha carta
exigía que se debía adoptar una clara perspectiva comunista
y apuntar a disminuir y desaparecer tales desigualdades.
En otra carta, estudiantes de Pekín exigían
la necesidad para el socialismo de formar intelectuales de tipo nuevo,
ligados al pueblo, con conciencia proletaria, y opuestos al sistema pedagógico
que favorecía la educación de tecnócratas, aislados
de las masas y propensos a restaurar el régimen capitalista. Estos
estudiantes señalaban en su carta además: Lo que nosotros
destruimos no es sólo un sistema de exámenes, sino el yugo
cultural que soporta desde hace miles de años el pueblo chino;
destruimos el nido en que se criaron la aristocracia intelectual y las
capas sociales con salarios elevados; destruimos el trampolín que
conduce al revisionismo moderno.
Fue por esto que la toma de conciencia y en cierta forma
la vanguardia de la revolución cultural la constituyeron los jóvenes
estudiantes de la enseñanza media y universitaria, al igual que
entre algunos profesores y miembros de medios culturales.
A partir del 13 Junio de 1966 el Comité Central del PCCh y el Consejo
de Estado prorrogaron los exámenes y aplazaron por un semestre
la inscripción para las escuelas. Los recintos educacionales suspendieron
las clases y entraron en un profundo movimiento de debate y polémicas
que se prolongaban por horas, durante lapsos del día y hasta de
la noche. Se discutía sobre pedagogía, sobre política
y sus interrelaciones. El presidente Mao a la cabeza de la dirección
del partido tomaba abierto
partido por las masas estudiantiles revolucionarias y los docentes revolucionarios,
e insistía en que una verdadera reforma en la educación
no podía dejar de tener como base la participación, las
opiniones y sugerencias de éstas. Se investigó el funcionamiento
de los establecimientos educacionales, se hicieron encuestas y se sometió
a severa crítica a los antiguos administradores de los centros
docentes.
Se desató un movimiento propagandístico impresionante.
Se imprimieron folletos y volantes. Los muros de las escuelas se transformaron
en grandes periódicos de masas, llenándose de consignas
y grandes papelógrafos (Dazibaos). Fue un inmenso movimiento que
sobrepasó incluso los límites de los colegios desbordando
hacia las calles aledañas agitando y concitando la atención
de las masas.
Lo más importante para este auspicioso comienzo
es que se logró destituir a algunas autoridades seguidoras del
camino capitalista gracias a que la juventud estudiantil había
pasado a la acción. Era el inicio de la revolución.
La decisión de los 16 puntos y la Reforma de
la Educación
El 8 de agosto de 1966 se aprueba la histórica Decisión
del Comité Central del Partido Comunista de China sobre la Gran
Revolución Cultural Proletaria. En lo referido a la reforma
educacional declara:
Es una tarea de suma importancia en la gran revolución
cultural proletaria transformar el antiguo sistema educacional y los
antiguos principios y métodos de enseñanza.
En esta gran revolución cultural hay que acabar totalmente con
la dominación de los intelectuales burgueses sobre nuestros centros
docentes.
La política formulada por el camarada Mao Tse-tung de que la
enseñanza debe servir a la política proletaria y combinarse
con el trabajo productivo, tiene que aplicarse en todo tipo de escuelas,
para que todos los que reciben la educación se desarrollen moral,
intelectual y físicamente y lleguen a ser trabajadores cultos
y con conciencia socialista.
El período de estudios debe acortarse. Las asignaturas deben
ser menos y mejores. El material de enseñanza debe ser cabalmente
transformado, en algunos casos comenzando por simplificar el material
complicado. La tarea principal de los estudiantes es estudiar, pero
deben también aprender otras cosas. Es decir, no sólo
deben estudiar los libros, sino que aprender el trabajo industrial,
la agricultura y los asuntos militares y, cuando se presente el caso,
tomar parte en la lucha de la revolución cultural para criticar
a la burguesía.
Efectivamente,
a partir de 1966 la revolución cultural en la educación
fue un movimiento que buscó cambiar profundamente los resabios
de los métodos burgueses de enseñanza que seguían
predominando en la enseñanza escolar y superior. Las pruebas o
exámenes, que en nada se diferenciaban a los que se hacían
en las escuelas bajo el sistema capitalista, fueron profundamente transformados,
de ser una verdadera emboscada contra los estudiantes, pasaron
a constituir un medio para desplegar sus potencialidades.
Mientras algunos funcionarios en el terreno económico
realizaban acciones orientadas a la restauración capitalista tales
como: la entrega de incentivos económicos por el aumento de la
producción, la no colectivización de algunas propiedades
agrícolas, etc.; en las Universidades e Instituciones educacionales
se desenvuelve un proceso coercitivo llevado adelante por las autoridades
universitarias y profesores (pertenecientes a las elites burguesas) a
través de prácticas que buscan impedir la participación
de las masas. Con algunos éxitos iniciales se intentó restringir
o detener derechamente, por ejemplo, la práctica de debates y la
difusión de la crítica a las autoridades y profesores reaccionarios
por medio de grandes cartelones (Dazibao). Es así como la educación
se convierte en un importante campo de disputa pues permite a la GRCP
derribar barreras que impiden el avance revolucionario.
La Tormenta de enero en Shangai y su importancia
posterior para la educación
En enero de 1967 la GRCP daba un salto de enormes proporciones.
El proletariado de Shangai tomaba el cielo por asalto conquistando
el poder que funcionarios revisionistas les habían usurpado. A
esas alturas el movimiento de los estudiantes había logrado uno
de los más importantes objetivos que le había trazado el
presidente Mao: contribuir al despertar revolucionario del proletariado
chino. A partir de este momento, más definidamente, se experimenta
un viraje que está marcado por la irrupción de la participación
obrera masiva y es aquí donde se concentran las fuerzas revolucionarias
para asegurar la dirección proletaria de la revolución cultural.
Precisamente, es en pleno auge del movimiento proletario
en su lucha contra la burguesía enquistada en el propio Partido
Comunista, cuando en julio de 1968 desplazándose hacia los centros
de enseñanza, equipos de obreros se movilizaron para apoderarse
de la dirección de dichos establecimientos. Se adoptó la
directriz de que grandes contingentes de obreros empezaran a entrar en
escuelas, universidades, entidades oficiales, organismos de propaganda
o donde hubieran importantes concentraciones de trabajadores intelectuales.
La consigna impulsada por el presidente Mao era: La clase obrera
debe dirigirlo todo. China un país con más de 500
millones de habitantes, con una milenaria historia de atraso y explotación,
demandaba con rapidez más y mejores técnicos y profesionales.
Esta necesidad, sin embargo, no podía desplegarse al margen de
la lucha de clases, habían dos alternativas, dos caminos en lucha
entre sí: podía ser desplegada bajo una línea burguesa
destinada a forjar expertos y especialistas desligados del quehacer político;
o bajo una línea proletaria revolucionaria claramente destinada
a servir al pueblo y desplegar todo el potencial revolucionario de las
masas (reivindicándose la consigna rojos y expertos).
Esto último equivalía a que las masas de obreros experimentados
o campesinos con profundos conocimientos sobre su quehacer se transformaran
en profesores y educaran a los futuros contingentes de revolucionarios
y trabajadores. Las universidades podrían contribuir en esto siempre
y cuando se desasieran de los elementos derechistas antiproletarios, cuestión
que sólo podría ocurrir desatando todo el potencial revolucionario
del proletariado y de los campesinos pobres contra la burguesía
emboscada en el mundo académico.
Los vientos desviacionistas de derecha y el golpe contrarrevolucionario
de 1976
La derecha dentro del PCCh no logró ser barrida,
es más, conservaba importantes bastiones de poder al interior del
Ejército Popular de Liberación. La lucha revolucionaria
se tornaba cuesta arriba. La GRCP debilitó en notables proporciones
a los seguidores del camino capitalista, pero no lo suficiente. Después
de 1972, altos funcionarios del Partido y el Gobierno partidarios de la
restauración anti-socialista, iniciaron una contraofensiva en todos
los terrenos, centrándose en el campo de la educación. Intentaban
revocar los veredictos correctos de la GRCP en este sector. Fue así
como se intentó reponer el sistema de exámenes. En una importante
escuela en Shangai se prohibió la discusión colectiva de
las preguntas, la utilización de los libros para responder los
exámenes, ni siquiera que dos estudiantes se sentaran juntos. La
razón de estas medidas de acuerdo a estos altos funcionarios es
que había bajado el nivel académico y que era necesario
desarrollar la producción y esto demandaba más y mejores
especialistas. Cuestión falsa puesto que la producción había
crecido gracias a las transformaciones revolucionarias introducidas -entre
otras áreas- en la educación. En agosto de 1974, la derecha
desplegó la batalla en el frente artístico con una obra
donde, reponiendo la vieja discusión, realzaba el papel del clásico
profesor burgués y del alumno como mero receptorio de información
y conocimiento desvinculado de la vida (en particular de la política
revolucionaria). Este movimiento tuvo su contragolpe en 1975 al reivindicarse
como un ejemplo de avance el modelo de escuela del Instituto Agrícola
Chaoyang en Liaoning, donde efectivamente se daba la integración
entre profesores, estudiantes y campesinos por una parte y entre trabajo
y estudio por otro; se impulsaba un programa de estudio de acuerdo a las
necesidades del socialismo y los estudiantes permanecían en su
labor como rojos y expertos en el campo.
Finalmente la derecha tras la muerte del Presidente Mao
Tse-tung en Septiembre de 1976 se movilizó rápidamente,
utilizando su influencia en algunos elementos del ejército, dio
un golpe de estado contrarrevolucionario. Desde ese momento depuró
de revolucionarios al partido, al gobierno, al ejército e inició
un basto programa de modernizaciones tendientes a restaurar
el capitalismo y borrando los avances de la revolución cultural
proletaria en materia educacional así como en muchos otros aspectos.
CONCLUSIONES
Uno de los aspectos relevantes de la Gran Revolución
Cultural Proletaria consistió justamente en atacar la permanencia
de las ideas burguesas en el proceso de construcción socialista.
Luchó por derribar los obstáculos que se oponen al avance
revolucionario de las masas tales como: la cultura feudal y reaccionaria
heredada de épocas anteriores; los prejuicios, la superstición,
la ignorancia y el atraso.
La Revolución Cultural Proletaria no sólo
tuvo por objeto arrancar las viejas ideologías, culturas, usos
y costumbres alimentados por las clases explotadoras, sino que también
desarrollar ampliamente entre las masas una cultura e ideología
completamente nueva, las del proletariado. Esto en la práctica
no tiene precedente en la historia de la humanidad.
Una destacada tarea que se promovió entre los intelectuales
en la Revolución Cultural Proletaria para resolver el problema
de las aspiraciones personales y por tanto individualistas, es que se
instó a que los artistas, educadores y estudiantes tenían
que integrarse con el pueblo, estudiar su lenguaje, sus costumbres, empaparse
de sus formas de vida de modo que esto los motivara a dejar de lado sus
pretensiones individualistas y meramente estéticas y atender al
problema de fondo que era participar en el avance de la revolución.
Así, los médicos eran enviados a hospitales rurales de las
zonas atrasadas, los escritores cultivaban su talento, no encerrados en
sus estudios sino alistándose en la revolución y escribiendo
y viviendo para el pueblo, conocían su realidad, desarrollaba actividades
con las masas y como elemento de suma importancia-, participaban
de la producción.
La polémica y queja que se inició en 1964
de que el sistema de exámenes favorecía el aprendizaje
por libros aceleró el proceso de transformaciones en ese
terreno durante la Revolución Cultural, por lo que se eliminaron
los exámenes de ingreso a las universidades. Estas estuvieron cerradas
mientras se desarrollaron procesos internos de ajustes como seleccionar
a los maestros y los materiales de enseñanza. Es en éste
momento que se planteó la creación de nuevos programas de
educación que eliminaran el sistema de exámenes y se buscaban
otras cosas que lo sustituyeran. La orientación para el ingreso
a la Universidad se comenzó a medir bajo nuevos criterios: el carácter
y los logros en los procesos formativos anteriores (educación secundaria),
mostrando por sobre todo una firme actitud proletaria.
Hoy, en el contexto de la implementación de la PSU
para el ingreso a las Universidades, no nos es imaginable la eliminación
de este sistema de exámenes, una demanda de corto plazo correctamente
planteada es que esta al menos sea gratuita, sin embargo, continúa
constituyendo una trampa para los sectores proletarios, pues mide arbitrariamente
el grado de conocimiento de materias y el nivel de aprendizaje libresco
que han tenido los jóvenes en la educación formal chilena.
La PSU es otro instrumento que deja en evidencia las diferencias educativas
existentes entre las clases sociales. Debemos sin duda encaminarnos no
sólo a criticar los costos de pruebas como la PSU, sino atacar
el fondo del problema: ¿qué es lo que miden dichos instrumentos
y a qué tipo de educación sirven hoy?
Otro interesante aporte de la revolución Cultural
es la implementación desde 1966 del sistema trabajoestudio
en partes iguales, con esto se aporta a través de otra forma a
que pierda relevancia el trabajo libresco. En lo práctico esto
se implementó por ejemplo entre los estudiantes secundarios quienes
eran llamados por 1 o 2 años a vincularse con los trabajadores,
campesinos y soldados; a vincularse en las fábricas para templarse
en los tres movimientos revolucionarios: la lucha de clases, la lucha
para la producción y la experimentación científica.
Dichos métodos tomaron en cuenta las aptitudes prácticas
y la capacidad inventiva de los jóvenes para resolver problemas
concretos, ¿cuál era la aspiración de fondo? la formación
de un nuevo intelectual proletario.
Estas y otras experiencias son muy valiosas a la hora de
preguntarnos ¿qué propuestas educativas deberíamos
hacer para un Programa de Nueva Democracia en Chile? Si bien es cierto
esta experiencia (GRCP) da cuenta de un proceso posterior a la conquista
del poder, en el contexto de una sociedad socialista que hizo grandes
esfuerzos para alcanzar el comunismo, podemos plantear de antemano que
en una Nueva Democracia se podrían implementar muchos de estos
planes educativos. Dicha experiencia nos hace también pensar que
los cambios culturales necesarios en una sociedad comunista se pueden
acelerar desde antes de la conquista del poder, estimulando desde el período
anterior de guerra revolucionaria ya la amplia participación de
las masas en la crítica de los viejos programas y la elaboración
de unos programas nuevos, centrados en el estudio y la aplicación
del marxismo - leninismo - maoísmo.
Por último, otro de los aspectos importantes que
podemos hoy en día defender y aplicar de la histórica experiencia
de masas que implicó la revolución cultural tiene que ver
con la necesidad de lanzar un amplio movimiento por medio del cual las
masas aprendan de sus propias experiencias de lucha. Sin que se produzca
un importante movimiento propagandístico que divulgue los importantes
aportes de la revolución cultural sería difícil preparar
desde ya la lucha contra aquellos elementos que una vez enquistados en
las organizaciones revolucionarias buscarían más tarde restaurar
la dominación burguesa. Así mismo, son los jóvenes
quienes históricamente han asumido la tarea de lanzarse heroicamente
a la revolución. En este sentido, la revolución cultural
tuvo en los jóvenes a un importante batallón de vanguardia,
evidentemente no puede reemplazar el papel del proletariado pero su aporte
está precisamente en encender la llama de la lucha revolucionaria.
Mao señalaba que: Los intelectuales revolucionarios y los
jóvenes estudiantes fueron los primeros en adquirir conciencia,
lo que corresponde a las leyes del desenvolvimiento de la revolución.
Pero esto no puede omitir el hecho de que fue el proletariado quien desató
la tempestad de enero en 1967 derrocando efectivamente a parte de los
elementos seguidores del camino capitalista que entorpecían el
avance de las masas hacia más altas conquistas que lo encaminaran
al comunismo.
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