BOLIVIA:
CONSECUENCIAS HISTORICAS
DEL SAQUEO IMPERIALISTA (2º parte)
La propaganda, los discursos y las ofertas electorales
quedaron atrás. El gobierno de Evo Morales deberá probar
en la práctica, so pena de estallar contra la muralla proletaria,
si está con el pueblo o con lo enemigos del pueblo. La actual lucha
de las masas bolivianas tienen en su propia trayectoria histórica
un juez implacable contra la que chocan y estallan todos los intentos
por sobornarlas, suplantarlas o desviarlas de sus tareas revolucionarias.
No es posible negar el papel protagónico del proletariado sin negar
la historia misma de Bolivia. He aquí un fragmento de dicha historia.
Cuando Marx acuñó, haciendo referencia
a los comuneros de París en 1871, la frase "tomar el cielo
por asalto" tuvo en consideración el destacado papel jugado
por la clase obrera francesa. No nos cabe la menor duda que la clase obrera
boliviana ha sido un destacamento de avanzada del proletariado latinoamericano
toda vez que ha escrito con su propia sangre dicha consigna en sus banderas
revolucionarias. "Tomar el cielo por asalto" es la tarea del
proletariado internacional. "Tomar el cielo por asalto" es el
llamado de la clase de avanzada a los pueblos y naciones oprimidas del
mundo.
El drama revolucionario que entraña la historia
de Bolivia tiene en su proletariado minero un combatiente de primera línea.
Sin embargo dicho drama entraña múltiples y complejos problemas
difíciles de reseñar en estas apretadas líneas. Son
complejos problemas porque complejas son las contradicciones que mueven
la sociedad boliviana. Expresarlas en un relato coherente sin escamotear
las destacadas muestras de heroísmo de las masas del país
andino encierra no sólo gran dificultad sino que también
una seria responsabilidad.
LA SITUACIÓN POLÍTICA
Con
la penetración imperialista la sociedad boliviana experimenta importantes
transformaciones. La demanda por estaño en el mercado internacional
provocó una mayor apertura de su economía y una mayor dependencia
respecto de las potencias imperialistas.
La explotación creciente de nuevos yacimientos mineros
hacia fines del siglo XIX produjeron un nuevo tipo de trabajador: el proletariado
minero. En su mayoría indígenas empobrecidos, tuvieron que
soportar crueles condiciones de trabajo. Jornadas extenuantes de hasta
16 horas ininterrumpidas, desprotección laboral, continuos accidentes
provocados por derrumbes en las minas o envenenamientos con gases, salarios
de hambre, etc. En la otra cara de la moneda abuso e infamante opulencia
patronal. Fue esta situación la que empujó al proletariado
hacia su despertar. Primero el descontento y manifestaciones aisladas
de ira. Luego, fueron creando sus primeras organizaciones en defensa y
para la lucha por sus intereses de clase.
Los obreros urbanos conformaron la vanguardia. Fue así
como nació la Unión Gráfica Nacional en 1905; el
Centro Obrero de La Paz en 1906; la Federación Obrera Boliviana
en 1908; la Federación Ferroviaria de Oruro en 1918; la Federación
Obrera del Trabajo también en 1918, y otras más. Si bien
es cierto que inicialmente su influencia en los enclaves mineros fue débil
con el tiempo se convirtieron en importantes centros de irradiación
de la nueva conciencia de clase que se agitaba en el seno de los explotados.
En 1914 estalló uno de los primeros conflictos importantes en el
campamento minero de la Compañía de Huanchaca por mejores
salarios y condiciones laborales. También en 1918 se desató
una Huelga minera en el Socavón Patiño (Callapeñas)
como respuesta a la crisis producida por la primera gran guerra. Una nueva
huelga en la Cía. de Huanchaca en 1918. Otro conflicto terminó
en matanza luego de una enconada lucha de los mineros de Catavi entre
agosto y septiembre de 1919. La Compañía de Catavi logró
que el gobierno movilizara tropas de ejército y policía
hacia el distrito para garantizar "orden y trabajo". La lucha
pacífica dejó paso a la confrontación violenta sumando
nuevos mártires al movimiento obrero.
Derrochando heroísmo y combatividad, esta etapa
formativa marcó a fuego a la clase obrera boliviana hasta nuestros
días.
OPRESIÓN, REBELIÓN, REACCIÓN Y
REFORMAS
Después
de la guerra del Chaco (1932-1935), entre 1935 y 1946 se suceden, alternándose,
gobiernos encabezados por militares. Representaban a las distintas facciones
de las clases dominantes bolivianas y luchaban entre sí mediante
golpes para imponer ya sea el predominio de los sectores más rancios
y reaccionarios de la vieja oligarquía o el de los sectores que
intentaban reformas tendientes a dar cabida a otras expresiones políticas
o a nuevos partidos que intentaban introducir reformas para contener el
avance popular y conjurar el peligro de una revolución proletaria.
El problema de los recursos naturales ha sido gravitante
en la lucha del pueblo boliviano. La opresión por parte del imperialismo
expresada en el saqueo de las principales materias primas (petróleo,
el gas, el estaño, etc.) ha despertado un arraigado sentimiento
antiimperialista en las masas de Bolivia. Como señalábamos
anteriormente, la misma Guerra del Chaco (1932) y mucho antes la Guerra
del Pacífico, han tenido en nuestros países a peones de
un ajedrez que manejan a su arbitrio las potencias económicas internacionales.
Las distintas potencias imperialistas para lograr el control
sobre nuestros países han debido contar con el concurso de las
clases dominantes locales: los grandes terratenientes y la burguesía
monopólica. El imperialismo en alianza con dichos sectores retrógrados
de la sociedad boliviana han constituido un frente contrarrevolucionario
para oprimir y explotar a las masas obreras y aplastar toda lucha de liberación
del pueblo.
Caracterizadas por la aguda pobreza, el atraso material
del pueblo, el sometimiento a la esclavización y saqueo imperialista;
dominadas económica, política, militar y culturalmente,
las naciones oprimidas, como Bolivia, han respondido a esta situación
rebelándose. La opresión engendra rebelión, son inseparables.
Bolivia no podía -ni puede- ser una excepción.
Dicha situación de explotación y opresión
va de la mano con el despertar de la conciencia proletaria que resiste
y combate a sus opresores. El movimiento obrero boliviano tuvo que pasar
por esa fase de exterminio aplicada en todas partes de América
Latina por el imperialismo y la reacción para comprender la necesidad
de una revolución que barriera con las cadenas de la opresión
nacional y con el atraso feudal en el campo. Sin embargo, algunos sectores
de las clases dominantes ya intuían que se hacía necesario
establecer algún mecanismo que morigerara las intolerables contradicciones
que tensionaban internamente la sociedad boliviana. En Chile Alessandri
Palma señaló que había que hacer reformas para que
todo siguiera igual. Era el fantasma de la Revolución bolchevique
que estremecía a los enemigos de la clase obrera y el pueblo en
todo el mundo.
Presionado por el descontento con el nefasto papel jugado
por la Standar Oil en la guerra del Chaco y tratando de interpretar el
sentir nacional, un militar, David Toro (gobernó entre mayo de
1936 y julio 1937) decretó la nacionalización del petróleo
a través de la caducidad de las concesiones adjudicadas a dicha
petrolera. En el mismo sentido en 1937 otro general reformista German
Busch (de claras tendencias corporativistas) da un golpe de Estado y bajo
la política de "Bolivia primero" dictó leyes que
pretendían controlar las compañías mineras y sus
ingresos en dólares, entrando en fuertes pugnas con los sectores
más reaccionarios de la oligarquía boliviana. Como una manera
de sofrenar y cooptar el avance del movimiento obrero boliviano dictó
algunas leyes sociales. Incapaz de gobernar se presume que se suicida
en agosto de 1939. Enrique Peñaranda abril 1940- diciembre 1943
promulgó la Ley General del Trabajo, obtuvo el Plan Bohan de influencia
en la realización de obras públicas con financiación
exterior.
En ese mismo período se produce el golpe de Villarroel,
que contaba con el apoyo de Argentina y que se levantó sobre la
base de la oficialidad veterana de la guerra del Chaco y que se manifestaba
descontenta con las políticas del genuflexo Peñaranda. El
gobierno del mayor Gualberto Villarroel (1943-1946) se limitó a
una modernización tributaria sobre la gran minería, fomentó
la industria petrolera y la supresión simbólica del pongueaje
(trabajo gratuito para el terrateniente). Gracias a estas reformas su
gobierno mantenía una independencia formal de la gran burguesía
minera y con la clase de los terratenientes feudales. Igualmente representó
una amenaza para las clases dominantes. Con una nueva Constitución
en 1945, este general trató de reestructurar el Estado boliviano.
Muchas de estas medidas tuvieron en los terratenientes,
en los "barones" del estaño y en el imperialismo norteamericano
a sus más enconados opositores. Sectores reformistas de la oligarquía
y de las capas medias altas, convencidas del hecho de que si se negaban
a hacer estas reformas iban a despertar el celo revolucionario de las
masas campesinas y obreras, enfrentaron a esa vieja oligarquía
reaccionaria. Las reformas eran la única forma de contener el ímpetu
revolucionario de las masas bolivianas, que crecían en rebeldía
y descontento.
REORDENAMIENTO POLITICO
A
partir de la crisis mundial del 30 y a consecuencia de la guerra del Chaco,
el viejo sistema político entró en crisis y se intensificó
la movilización de los sectores populares. En respuesta al avance
experimentado por el movimiento obrero y campesino se crean nuevas organizaciones
políticas, algunas con el claro objetivo de contener las luchas
sociales o maniobrar con ellas para generar nuevos mecanismo para presionar
al senescente Estado y lograr una apertura para compartir el poder. Otros,
en la búsqueda de dar dirección al movimiento popular en
procura de los intereses de este último cayeron presa del seguidismo
y el cretinismo parlamentario. Ni unos ni otros llegaron a constituirse
en genuinos representantes del proletariado revolucionario boliviano.
También el movimiento campesino era una constante
preocupación, por el peligro que representaba para terratenientes
y gobierno. Por distintos motivos las sublevaciones agrarias entre 1900
y 1920 sumaban más de una veintena. Si bien tenían un carácter
limitado, tanto espacial como temporalmente, demostraban la crítica
situación de la población campesina (compuesta en su mayoría
por aymaras y quechuas) y su disposición a una resistencia generalizada.
En 1927 se produce una gran movilización en Chayanta. En algunas
de estas movilizaciones, aunque no fue la norma, lograron establecer algún
grado de vinculación con sectores urbanos.
En el contexto de la II Guerra Mundial Estados Unidos presionaron
a todos los gobiernos latinoamericanos para que dieran su apoyo a los
aliados y rechazaran al Eje. Los gobiernos como los de Germán Busch
fueron rechazados por EEUU. Después de la muerte de éste,
asumió el gobierno en 1940 el general Enrique Peñaranda,
que representaba a los sectores más retrógrados y conservadores
y contó con el respaldo inmediato de Washington dando su apoyo
a éstos en la guerra. En este contexto se crean tres partidos políticos
que agrupaban a diversos sectores obreros y de la pequeña burguesía:
el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), el Partido Izquierdista
Revolucionario (PIR) y el Partido Obrero Revolucionario (POR). También
se creó una organización reaccionaria conocida como Falange
Socialista Boliviana. Sus programas giraban en lo fundamental en torno
a la cuestión agraria y a la nacionalización de los recursos
mineros. Ambos aspectos de amplia acogida en las masas.
EL LEVANTAMIENTO POPULAR DE 1952:
el desgaste del Estado burgués terrateniente bajo dirección
oligárquica. La masacre del proletariado
minero de Cataví, 1942
La
II Guerra Mundial favoreció los precios del estaño y los
grandes propietarios mineros bolivianos se vieron altamente favorecidos
con millonarias ganancias. Por contraste, la situación de la clase
obrera se veía cada vez más agravada por la constante inflación
y el alza de los precios en las pulperías en circunstancias que
sus salarios no subían. En diciembre el movimiento huelguístico,
dado el fracaso de las negociaciones, es reprimido a balazos por la policía
y el ejército. A este hecho se siguieron algunas escaramuzas entre
obreros y las fuerzas represivas con el resultado de una treintena de
muertos. Seguidamente unas 8.000 personas, entre mineros y sus familias
se presentaron a protestar por la muerte de los compañeros, siendo
recibidos con un bárbaro castigo con el saldo de cientos de muertos.
El gobierno de Villarroel es derrocado en julio de 1946
mediante una asonada callejera. A éste le continuó un gobierno
pro-yanqui y al servicio de los "barones" del estaño.
En este periodo las movilizaciones obreras y campesinas recrudecen. Por
ejemplo, entre 1946 y 1947 se produce una importante sublevación
campesina que termina salvajemente reprimida. El sindicato de Cataví
es nuevamente reprimido en 1946 y en 1947 le siguió una combativa
huelga de mineros en Potosí.
En 1949 un amplio movimiento nacional que incorpora a mineros
y campesinos intenta, bajo la conducción del MNR tomar el poder
y derrocar al gobierno. Este movimiento es derrotado momentáneamente
pero deja preparadas las condiciones para el levantamiento de 1952.
9,11, 12 y 13 de abril de 1952
No fue hasta abril de 1952 cuando se dieron las condiciones
para un golpe de Estado triunfante. Encabezado por el MNR y acompañado
por una insurrección obrera que logró arrancar la claudicación
del ejército más no su destrucción como aparato de
Estado, este levantamiento evidencia la intransigencia de la oligarquía
y su negación a ultranza a toda reforma.
En Oruro duró dos días la batalla. Oruro
era a fines de la década de 1940 una ciudad de unos 60.000 habitantes.
Su importancia estratégica era gravitante para el triunfo o fracaso
de cualquier levantamiento. En la Guerra Civil de 1947 los sectores populares
de dicha ciudad se mantuvieron pasivos, la diferencia en cuanto a su importancia
se produjo en abril de 1952 cuando participaron masivamente. Mientras
la sublevación fracasaba en Cochabamba en Oruro se tomaron primero
los cuarteles de policía para armarse. Después se entabló
la lucha con el regimiento "Camacho". Se tomaron posiciones
en los cerros que rodeaban al cuartel, de esta manera se lo pudo cercar.
Los mineros cavaron trincheras y atacaban con dinamita. Muchos soldados
eran sólo conscriptos. El Estado Mayor del cuartel, entre coroneles
y mayores había abandonado a la tropa durante el asalto. Se calculaban
en 700 los muertos y miles de heridos. En total fueron aplastados tres
regimientos en la ciudad y en los arenales.
El levantamiento en La Paz
El llamado a la acción dirigido por el MNR y algunos
dirigentes obreros estaba convocado para el 9 de abril a las 6 de las
mañana. Este llamado formaba parte de la labor conspirativa. Se
esperaba contar con el apoyo de los cuarteles de policía y sectores
de la oficialidad joven. Primero se tomaron las radios y se exigió
el rendimiento de las tropas leales al gobierno y se llamó al pueblo
a participar en el levantamiento. Esto pasó a formar parte de la
acción abierta. Como gran parte del ejército se negó
a acatar el llamamiento y seguros de su triunfo, tal como en 1949, del
discurso rápidamente se pasó al campo de batalla. El combate
recrudeció en la ciudad, se luchaba casa por casa. El día
diez en la mañana los cadetes del Colegio Militar y tropas del
regimiento de ingenieros (ambos leales al gobierno) lograron abrir un
tercer frente de batalla. Se combatió todo el día y sin
embargo la cosa parecía perdida hasta que en la noche llegaron
los mineros de Milluni que se sumaron a los obreros industriales de La
Paz. Gracias a la participación de estas milicias obreras logró
derrotarse al regimiento 'Bolívar'. Los obreros traían más
armas las que fueron distribuidas entre los combatientes civiles. El 11
de abril se rindió primero El Alto, después el suburbio
de Miraflores y finalmente Sopocachi.
Entre las causas inmediatas figura las negativa de la Junta
Militar a reconocer las elecciones presidenciales en las cuales había
ganado Víctor Paz Estenssoro uno de los fundadores del MNR. Este
hecho sirvió de excusa y legitimó ante las masas la acción
insurreccional.
Las consecuencias
El golpe de estado de abril de 1952 fue dirigido por el
MNR. Si bien es cierto se transformó en una insurrección
popular con amplia participación armada del elemento proletario
urbano y de los principales centros mineros no contó con la dirección
de un Partido Comunista. El proletariado encontró en sus organizaciones
sindicales el centro práctico para dirigir y coordinar su lucha
junto a otros sectores populares urbanos sin embargo no contó con
un Estado Mayor Revolucionario que asegurara la dirección de la
lucha para la clase obrera. El Partido Comunista de Bolivia permanecía
postrado ante una línea oportunista de derecha.
Economía y claudicación "nacionalista"
frente al imperialismo
Durante el levantamiento popular de 1952 las milicias de
mineros armados apoyaron ilusionados a Víctor Paz Estenssoro, este
gobierno chocó con el problema de que la refinación del
estaño se hacía fundamentalmente en Inglaterra, en las industrias
donde los Patiño eran importantes accionistas. Los Patiño
también formaban parte del trust internacional del estaño
en las minas de Tailandia, Indonesia, Nigeria y Malasia. Otro porcentaje
del estaño era refinado en EEUU. Hacia 1952 el 90 % de los ingresos
en divisas del país provienen de las minas de estaño de
propiedad de la burguesía monopólica. El estaño era
refinado en el exterior por empresas vinculadas por múltiples hilos
a esa burguesía.
El control de los mercados internacionales, la presión
a la baja sobre los precios, la capacidad de los países industriales
de presionar con sus stocks estratégicos, es decir, con las reservas
de materias primas (estaño y otros) constituyeron el contexto externo
para presionar al gobierno de Paz Estensoro. Presionado por el imperialismo
por un lado y por el pueblo por otro tuvo finalmente que optar, y lo hizo.
No fue por el pueblo. Después de algunos años, en los cuales
se logra refinar apenas el 10% del estaño, finalmente el gobierno
boliviano llegó a un acuerdo con la Wah Chang Corporation de Nueva
York, para la refinación anual de 4.000 toneladas de estaño
fino. La asociación con los capitales norteamericanos se hizo más
fuerte. La monoproducción, la división internacional del
trabajo pudieron con el vacilante nacionalismo de Estenssoro y el MNR.
Este último partido se dividió enfrentándose entre
sí y advino un nuevo golpe militar en 1964 exiliando a quienes
habían llevado ha cabo la nacionalización.
El imperialismo, los terratenientes, la fracción
compradora de la burguesía monopólica fueron derrotados
en el campo de batalla pero sólo en términos relativos y
transitorios. El pueblo boliviano no contaba con el destacamento de reserva
de sus enemigos fundamentales, a saber, la fracción burocrática
de la gran burguesía, personificada por el ala derecha del MNR.
La nacionalización de la gran minería del estaño
operó como un premio al saqueo a su antiguos dueños quienes
gozaron de una jugosa indemnización en dólares por varios
años mientras el precio del metal descendía en el mercado
internacional. Se llegó ha establecer que los pagos indebidos ascendían
en 1961 varios miles de dólares y sólo ese año se
decretó la suspensión de dichos pagos. Un dirigente sindical
minero del MNR declaraba en 1960: "Nos hallamos como mansas palomas
en las manos, nuevamente, de los tres magnates de la minería boliviana.
Seguimos trabajando para ellos, extrayendo el mineral con mayor sacrificio
porque las vetas se han agotado y los ingenios e instalaciones se han
envejecidos y no están siendo renovadas." Otro tanto pasó
con el petróleo.
El MNR concilió con el imperialismo, quién
reconoció al gobierno de la "Revolución Nacional",
incluso en 1956 se firman una serie de acuerdos económicos con
el FMI tendientes a aplicar políticas monetaristas antiinflacionarios.
Una estocada a la clase y el pueblo.
La ley de reforma agraria de 1953, fue precedida por la
toma de la tierra mediante una amplia movilización de las masas
campesinas armadas por el proletariado. Sin embargo, careció de
serio apoyo estatal terminando convertida en una mera ley de compra y
venta de tierras. Eliminándose sólo formalmente las viejas
instituciones feudales, las que evolucionaron y siguen subsistiendo en
el agro boliviano. No hubo plan de fomento de la producción ello
ha llevado a la quiebra y la reconcentración de la propiedad.
El ejército
La derrota militar sufrida por el ejército boliviano
el 9 de abril de 1952 a manos del proletariado minero y de sectores de
la pequeña burguesía y de carabineros no implicó
la "destrucción" de las FFAA. Muchos oficiales nacionalistas
y reformistas que habían sido removidos entre 1946 y 1952, con
el triunfo de la revuelta popular fueron reestablecidos en el ejército
y fueron ellos los que reformaron el ejército como instrumento
exclusivo de una fracción de la gran burguesía. Los militares
pro-burguesía compradora-minera y proterratenientes, al menos sus
elementos más representativos fueron dados de baja luego que firmaran
la capitulación el 11 de abril en La Laja cerca de La Paz en 1952.
Este "nuevo ejército" no es otra cosa que un ejército
remendado pero no destruido como columna vertebral del Estado. Prueba
de ello son las tareas que cumplió en los gobiernos "revolucionarios"
del MNR. El ejército boliviano fue reorganizado básicamente.
No podía ser destruida la columna vertebral, era necesaria para
contrarrestar la creciente presión que ejercía el proletariado
minero para el cumplimiento de las promesas con las cuales se les había
arrastrado hacia el movimiento del 9 de abril.
Una vez que el Colegio Militar fue restituido, gran parte
de su alta oficialidad pasó a formarse bajo la anuencia del MNR
en Panamá en los centros de adiestramiento norteamericanos.
Bien se podría decir que el 9 de abril fue un golpe
de Estado del MNR que prosperó como sublevación obrera y
popular. Es el asalto al gobierno por parte de la burguesía burocrática
que supo manipular hábilmente al proletariado minero para la consecución
de sus objetivos de clase. Por tanto, por su conducción y dirección
política, está lejos de llevar el proceso hacia una revolución
democrático-burguesa de nuevo tipo. El desarrollo posterior del
gobierno del MNR demuestra cómo emergió una burguesía
a partir de la creación de la Corporación Minera Boliviana
(COMIBOL) que se constituyó en un centro de acumulación
de capital para dicha facción de la gran burguesía. El ejército
claudicó pero no fue absolutamente disuelto. La burguesía
burocrática buscó contrarrestar y neutralizar al ejército
puesto que éste se encontraba bajo claro influjo de los sectores
más reaccionarios de la sociedad boliviana. Era un dócil
instrumento en manos de la oligarquía y tenía una orientación
pro-yanqui más explícita. Fue así como encontró
en la milicia obrera primero y en la milicia campesina más tarde
la fuerza militar de contrapeso. No obstante esto, el ejército
una vez reorganizado nuevamente se orientó, tanto en sus intereses
como en su reestructuración colocándose bajo la dirección
(teórica y práctica) del imperialismo yanqui para luego
estar listo y contragolpear a los sectores populares.
LAS TAREAS DEMOCRÁTICAS PENDIENTES
El movimiento obrero boliviano había pasado por
una serie de quiebres antes de fundar tras el gran levantamiento de abril
de 1952, la Central Obrera Boliviana. La clase obrera permanecía
atada a la política electorera y parlamentarista de los diferentes
partidos de izquierda. Incapaz de depurar y constituir una auténtica
vanguardia pasó a conformar en las diferentes coyunturas políticas
del país en masa de maniobra para los distintos partidos.
El campesinado también se destacó en importantes
levantamientos y sus luchas no estuvieron carentes de vigor revolucionario.
La demanda por la tierra y la eliminación del caduco sistema de
explotación en el campo la habían convertido en un combatiente
de avanzada junto al proletariado de Bolivia. Esa fuerza se ha hecho presente
una y otra vez en la historia boliviana hasta el presente. Sus principales
problemas, la tierra, aún están pendientes de resolución.
El levantamiento boliviano es un intento fallido de la
clase obrera por avanzar en las tareas democráticas en un país
semifeudal y semicolonial como Bolivia. Es una demostración que
la era de las revoluciones democrático burguesa de viejo tipo,
aquellas revoluciones dirigidas por la burguesía, han quedado atrás.
Desde la revolución de octubre en 1917 entramos en la era de la
revolución proletaria mundial. Y para que el proletariado en países
con una fuerte presencia de estructuras pre-capitalistas rompa con la
situación de atraso de su nación es necesario que arrebate
la conducción del movimiento democrático de manos de la
burguesía y la pequeña burguesía. El caso del levantamiento
de 1952 y el gobierno que se instala en el poder con la burguesía
a la cabeza es un claro ejemplo de por que la burguesía ha caducado
como fuerza dirigente para arrebatar a los principales enemigos del pueblo
boliviano las palancas e instrumentos con que lo ha atormentado por décadas
de décadas. Frente al imperialismo, frente al atraso feudal, la
burguesía se muestra impotente y no sólo vacila sino que
bajo determinadas condiciones claudica. Tan pronto alguna facción
de ella tiene en sus manos las riendas del gobierno termina aliándose
con uno u otro imperialismo en el campo internacional para perpetuar el
régimen de opresión y explotación.
Para la clase obrera boliviana el levantamiento popular
de abril de 1952 presenta una enmarañada red de la cual no podía
librarse fácilmente. Las clases no siempre logran constituir, en
su lucha para conquistar, mantener o defender el poder, centros políticos
que comanden sus acciones en consonancia con sus intereses. En el caso
de la clase obrera boliviana era una cuestión más difícil
aún puesto que quienes se erigieron en partido de vanguardia, aquellos
en quienes recayó la confianza de la conducción revolucionaria,
era el Movimiento Nacionalista Revolucionario. Este partido estaba compuesto
por sectores de las capas altas de la pequeña burguesía.
Muchos de sus miembros habían pertenecido a importantes familias
emparentadas o ligadas a los sectores feudales o de la burguesía
monopólica. Otros, habían sido altos funcionarios de las
empresas de los barones del estaño o agentes del capital monopolista
internacional. El MNR era una suerte de Kuomintang (el partido nacionalista
chino) un partido policlasista, donde militaban sectores del pueblo pero
al servicio de un sector de la gran burguesía. En el devenir de
la compleja lucha de clases su dirigencia actuó de acuerdo a los
intereses de la gran burguesía boliviana constituyéndose
en su facción burocrática. Al margen de su eventual discurso
radicaloide de su ala izquierda, el MNR, estaba hegemonizado por una facción
de la burguesía boliviana. Aún cuando su discurso antiimperialista
despertaba amplia aprobación en las masas, dado el amplio rechazo
que generaba en ellas el histórico saqueo del imperialismo norteamericano,
igual terminó, una vez establecidos en el gobierno, siendo servicial
a los intereses de las grandes petroleras.
Curiosamente los trotskistas, tal como lo afirmaban para
China en 1911, reclaman terminada la fase democráticoburguesa de
la revolución en 1952, sin embargo gran parte de las contradicciones
que engendraron la revuelta popular de ese año siguen latente.
En la pugna por el poder la clase obrera fue sobrepasada.
El caso del movimiento revolucionario de abril de 1952 demuestra que no
basta que las masas obreras se constituyan en milicias armadas. No basta
que armen al campesinado si este importante sector de las masas populares
está siendo utilizado por la burguesía incluso contra la
clase obrera misma. Sin partido proletario no hay posibilidad de defender
lo conquistado, sin ideología científica es imposible conducir
exitosamente a la clase y el pueblo. Sin un frente donde los sectores
de la burguesía media queden subordinados al proletariado y no
al revés; sin un frente basado en la alianza obrero-campesina y
férreamente dirigido por el proletariado y su partido es imposible
evitar que la contrarrevolución triunfe. Los principales enemigos
del pueblo boliviano sólo pueden ser derrotados mediante un prolongado
proceso de lucha en el cual se vaya aglutinando a las mayorías
nacionales. Este proceso de lucha por la conquista del poder sólo
puede desarrollarse mediante la guerra popular dirigida por un decidido
partido comunista sustentado en el maoísmo, esta es la única
posibilidad de asegurar el triunfo para el pueblo y concluir con las tareas
democráticas pendientes. Es importante este periodo de lucha de
la clase obrera boliviana para el proletariado latinoamericano precisamente
porque han surgido gobiernos con un discurso antinorteamericano y "críticos"
del "neoliberalismo" (léase como no intervención
del Estado en la vida económica). Creemos que Evo Morales terminará
beneficiando una vez más a sectores de la burguesía burocrática.
Los maoístas bolivianos tienen ante sí una gigantesca tarea
por desenmascarar a estos demagogos y ponerse a la cabeza de las luchas
de ese heroico pueblo.
Insistimos. Sólo la lucha revolucionaria armada,
expresada en guerra popular, dirigida por la vanguardia del proletariado,
el partido comunista, puede ser el único camino en Bolivia y América
Latina para que triunfe la revolución de nueva democracia, se logre
establecer una asamblea constituyente de carácter democrático
y popular y enrumbar hacia el socialismo, inevitable fase de tránsito
hacia el comunismo.
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