Las nuevas políticas
universitarias no tienen nada de nuevas
El
Estado Chileno, fiel representante de los intereses de la gran burguesía,
el imperialismo y por supuesto de su burguesía burocrática
(aquella vinculada a la administración estatal y que se beneficia
con sus sobresueldos, la administración de empresas y los incentivos
del imperialismo para operar libremente en nuestro país) ha implementado
variadas medidas que benefician directamente las clases explotadoras de
nuestro país.
Ya desde la década del '80 comenzaron
a aplicarse las primeras medidas tendientes a liberalizar
el mercado de la educación. Se crea el Crédito Fiscal, se
crean nuevas universidades estatales a partir de las sedes regionales
y comienza la creación de las primeras universidades privadas,
en la década del '90 se da comienzo al Fondo Solidario no exento
de problemas y grandes movilizaciones (como la del año 97) El trasfondo
de estas leyes no era otra cosa que convertir la educación en un
negocio más, como ya lo venían realizando con la salud,
la previsión y la vivienda donde las clases explotadoras eran las
únicas beneficiadas. En este contexto nace el 2006 la nueva ley
de financiamiento, su arancel de referencia y la supuesta gratuidad a
los 3 primeros quintiles.
El hecho de dividir a la sociedad en quintiles
(dividir al total de la población en 5 grupos iguales) es otra
falacia burguesa para esconder la lucha de clases dentro de la sociedad
chilena. Dentro del quinto quintil, por ejemplo, encontramos a las grandes
familias explotadoras como Matte, Lucksik, Angelini, pero también
a aquellos profesionales y pequeños empresarios agobiados por las
deudas, con más de un hijo en la universidad y que también
sufre la explotación de los enemigos del pueblo.
Pero la mentira más grande radica
en la promesa de otorgar beneficios estudiantiles al 60% de la población
sabiendo que el primer quintil, la juventud popular, accede a la educación
superior sólo en un 3%. Así este supuesto beneficio estudiantil
ayuda a una pequeña parte de la juventud chilena (que es la que
puede acceder a la educación superior) y deja en total desamparo
a aquellos jóvenes pertenecientes a la pequeña burguesía
y las capas más acomodadas del pueblo (la clase media según
la terminología burguesa) impidiéndoles postular a beneficios
como el fondo solidario y menos pensar en becas.
Otro aspecto que considera el nuevo financiamiento
estudiantil es la creación del arancel de referencia para cada
carrera, arancel fijado por el Estado chileno y que en promedio representa
apenas el 80% del valor real de una carrera. La política estatal
tiende a traspasar esta diferencia a las universidades quienes deben hacerse
cargo de este monto. En algunas universidades lo asumen pero entregan
créditos con tasas de interés mucho mayor al del fondo solidario
y en otras simplemente hacen recaer el costo de esta diferencia sobre
los propios estudiantes y sus familias.
Visto desde la perspectiva de clase, las
actuales políticas educacionales tienden a la concen-tración
del capital por parte de los grandes grupos económicos (que tienen
empresas, bancos, compran universidades, etc.), a aumentar la diferencia
en el ingreso (donde el 20% más rico se lleva más del 80%
de todas las riquezas) y a convertir la educación en un bien accesible
sólo para los que tienen dinero.
Pero lo más importante de todo y donde
debemos poner mayor atención, es que todas estas políticas
responden a lineamientos impuestos por organismos imperialistas como el
Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano
del Desarrollo. Dichos organismos condicionan los préstamos de
recursos a cambio de modificaciones estructurales que le permitan mantener
su dominación económica y la división planetaria
del trabajo (donde existen grandes potencias y países como el nuestro
que sólo exportan materias primas).
Como lo planteaba José Carlos Mariátegui,
No es posible democratizar la enseñanza de un país, sin
democratizar su economía y sin democratizar, por ende, su superestructura
política. Así, no podemos pensar en democratizar la educación,
en hacerla gratuita, pública y nacional (como algunos
plantean) sin expulsar al imperialismo de nuestro territorio y cambiar
de base el sistema económico imperante. Esto no se hace con reformas
ni con la conciliación de clase. Esto se logra rompiendo los cimientos
del Estado burgués a través de la violencia revolucionaria,
Revolución de Nueva Democracia, cambiando el estado burgués
por uno proletario.
¡Opongámonos
a las reformas imperialistas en educación!
¡Impulsemos la revolución para democratizar la enseñanza!
|